miércoles, 8 de agosto de 2012

CON LA CABEZA AGACHADA


Todos vimos el partido de baloncesto entre España y Brasil y todos tenemos nuestra opinión al respecto. Como Le Figaro que acusa a España de dejarse ganar y manchar, con ello, la carta olímpica. La respuesta de parte de la prensa española es recordar a los franceses que ellos reservaron a sus mejores jugadores en un partido contra España en el Eurobasket disputado en Lituania en 2011 para evitar el cruce con el país anfitrión. El "y tú má" tan typical Spanish...

Evidentemente, yo no tengo pruebas que aportar ni información de primera mano para poder confirmar o desmentir si España salió frente a Brasil con la idea preconcebida de perder el partido o si la derrota fue únicamente fruto del mal juego y peor concentración que nuestra selección viene demostrando en todos sus partidos durante estos JJ.OO.

Tampoco pretendo entrar aquí en debates morales que a poco conducen. Si España perdió el partido jugando al máximo de sus posibilidades y por el simple hecho de que Brasil fue mejor, malo. Si España se dejó ganar, peor. En el primer caso, yo no las tendría todas conmigo de ganar a Francia en cuartos de final. En el segundo, dudo que el lunes por la noche yo hubiera podido conciliar el sueño con facilidad, aislándome de esa voz interior que todos tenemos, que todos escuchamos (o, al menos, oímos) y que a todos nos iguala cuando nos quedamos a oscuras en nuestra cama, justo antes de quedarnos dormidos.

Lo que sí puedo decir es que lo que vi contra Brasil no me pareció propio de un equipo de baloncesto que se precia de ser uno de los mejores del mundo. No me pareció honorable la actitud de no defender a muerte esos dos últimos minutos, no hacer falta para forzar tiros libres de los brasileños, esa falta de tensión en las caras de los nuestros. Por momentos parecía que se les caía de vergüenza más que de frustración por la derrota. Si perder el partido hubiese significado algo "malo" para lo intereses de nuestra selección, la actitud durante el último cuarto hubiera sido muy diferente.

Insisto, no sé - ni puedo probar- si España se dejó ganar, si optó por el todo vale con tal de poder agachar la cabeza para que te pongan una medalla al cuello. Sólo sé que mis sensaciones viendo el partido fueron que la derrota les vino genial y que dejaron de competir al máximo de sus posibilidades porque, en el fondo, preferían perder que ganar. Todo con tal de evitar a Estados Unidos en las hipotéticas semifinales. Eso, señores, no es propio ni de unos JJ.OO. ni de una humilde competición municipal como en la que servidor se gasta sus mañanas de fin de semana.

Lo que está claro es que, pase lo que pase hoy contra Francia y, en unas hipotéticas semifinales, nos volveremos a casa con la cabeza agachada: si el torneo es justo, porque perderemos el partido de hoy y nos volveremos sin medalla; y, si no lo es y finalmente ganamos plata o bronce, porque tendremos que agacharla cada vez que salga el tema para evitar así que nos la pongan colorada al recordarnos cómo ganamos esa medalla.